En 1153, Ramón Berenguer IV conquista el
último bastión andalusí del Ebro, Muràbit, y lo da en feudo a Pere de Rovira,
maestro de Hispania y Provenza de la Orden del Temple. Era un amplio dominio
que comprendía la casi totalidad de las actuales comarcas de la Ribera d'Ebre y
la Terra Alta. Fue el Distrito de Ribera, un territorio enorme, a medio camino
entre el pedido y la provincia, del que dependían 27 casas y, más tarde, los
pedidos de Horta y Ascó. Miravet controlaba el paso fluvial y terrestre hacia
el interior, al tiempo que funcionaba como un importante centro administrativo
y político. A finales del siglo XIII residía en Miravet el maestro provincial y
se custodiaba el tesoro y los archivos de la orden a la Corona. Durante el
proceso de disolución, fue uno de los núcleos de resistencia templaria más
importantes y aguantó heroicamente un asedio de más de un año, entre 1307 y
1308.
Los templarios convirtieron el hisn andalusí en un innovador castillo convento inspirado en los ribats sirios y bizantinos. Un auténtico castillo cruzado de estilo románico de transición y fórmulas arquitectónicos cistercienses donde se une el más sólido concepto militar al más puro espíritu conventual. El conjunto conserva 14 dependencias ordenadas alrededor de un patio central y en tres niveles (portería, aljibe , refectorio, bodega, silos, torre del tesoro, atrio, templo, sala del comendador, etc.) y se puede considerar el prototipo que sirvió de modelo a las futuras fortalezas de las órdenes militares. Las murallas se extienden por una peña sobre el río. Debajo queda la antigua alquería musulmana, con la iglesia vieja y, en las afueras, el paso de la barca y el arrabal de los alfareros, donde todavía continúa este oficio tan arraigado en Miravet. El Sargento de Bagà.
No hay comentarios:
Publicar un comentario