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lunes, 10 de noviembre de 2014

¿FUERON CATAROS, LOS TEMPLARIOS?

El hecho es que templarios y cátaros parecen a veces asombrosamente próximos. ¿Cuántos elementos creenciales les unen? Así, esa concepción según la cual existe un dios malvado que, sólo, ha creado a los seres animados de una existencia material, que preside su conservación, que puede favorecer y enriquecer a sus fieles y que ha dotado a la tierra de la virtud de hacer germinar y florecer los árboles y las plantas, expresión que encontramos tanto en la investigación realizada a propósito de los templarios como en la llevada a cabo respecto a los cátaros. Sin embargo, si los templarios hubieran sido, hablando con propiedad, convertidos al catarismo, si su fe hubiera sido tan fuerte como la de los perfectos occitanos ¿no se les habría visto acaso reivindicar sus creencias en la hora de la muerte? No hubieran reafirmado, ciertamente, una vez en la hoguera, su ortodoxia y su fe en una religión que habrían deshonrado de haber sido cátaros. En cualquier caso, no tenían nada que perder en ese momento. Esto, en particular, impide creer en un Temple enteramente herético y consciente de esta herejía. Aunque es innegable que existió en la Orden un ritual de renegación de Cristo, los testimonios nos muestran que, por lo menos en los últimos años, los que lo practicaban no sabían verdaderamente lo que hacían.
No es posible pensar en hacer de la Orden del Temple una especie de quinta columna del catarismo en la Iglesia. Es cierto que existe una gran distancia entre la actitud de los templarios y la de San Bernardo frente a los cátaros, el cual había fracasado en convencer a las poblaciones occitanas y no creía ya más que en un arreglo militar del problema.
Los templarios sintieron por los cátaros mucha más simpatía y sufrieron sin duda alguna influencia de ellos. En efecto, Louis Charbonneau- Lasay señala que, en los grafitos dejados por los dignatarios templarios en Chinon, es posible reconocer los instrumentos de la pasión de Cristo. Ahora bien, no hay más que tres clavos y esta innovación (antes, se le representaba siempre con cuatro clavos) habría sido, según él, introducida por los cátaros. Este elemento no tiene una gran importancia en cuanto al fondo, pero sí viene a demostrar, sin embargo, que hubo entre templarios y cátaros suficientes contactos como para que se trasluciera algo de ello.
Cátaros en el Temple
Hasta 1136 estaba prohibido acoger en la Orden del Temple a caballeros excomulgados. Sin embargo, a partir de dicha fecha, la Regla fue modificada. La Orden fue habilitada en adelante para dar acogida en su seno a excomulgados así como a todos los que habían pecado gravemente, con la única salvedad de que hubieran dado muestras de arrepentimiento. El nuevo texto estaba muy claro. Algunos han visto en la modificación de la Regla un error de copista, pero éste cabe descartarlo, al haber sido añadidos, por otra parte, elementos en el mismo sentido, como el adenda de la absolución previa. Por otra parte, a partir de 1143, se vio a los templarios ingleses inhumar en tierra cristiana el cuerpo de Geoffroi de Mandeville, conde de Essex, muerto excomulgado.
Así, Pierre de Fenouillet, que fue desposeído de sus bienes en tanto que hereje, se retiró a la casa de los templarios de Mas Deu, en el Rosellón. Fue enterrado allí hacia 1242. Ello no impidió, por otra parte, a los inquisidores hacerle exhumar, volverle a juzgar y condenarle de nuevo de forma póstuma en 1262. De igual modo, Pons III de Vernet, cátaro, se retiró a Mas Deu. Tampoco él tuvo derecho al descanso que cabe esperar para los muertos. Los siniestros inquisidores dominicos hicieron exhumar y quemar sus restos. Citaremos también a la familia de Aniort. Sus vínculos con el catarismo y la resistencia de sus miembros contra los barones del norte les acarrearon muchos problemas, pero al mismo tiempo contó con varios de sus miembros en la Orden del Temple.
Muchos otros cátaros o simpatizantes fueron también templarios. Cuesta creer que esto no tuviera ninguna influencia sobre la Orden. Pero hay muchas maneras de dejar una huella sin convertir por ello a una institución semejante por entero a una herejía. Y una vez más, bueno será recordarlo, si bien los cátaros fueron capaces a menudo de dirigirse a la hoguera cantando y proclamando su fe, no se vio a ningún templario morir afirmando su creencia en una doctrina que no fuera la de la Santa Iglesia católica.
No se puede, así pues, inferir de ello una Orden del Temple masivamente convertida a la fe cátara, sino más bien una simpatía por los caballeros languedocienses faydits que tenían a numerosos parientes y amigos en la Orden. No obstante, más allá, cabe sin duda imaginar contactos más secretos entre el círculo interno del Temple y los cátaros occitanos, y ello en el marco de lo que se ha dado en llamar la búsqueda del Grial.El Sargento de Bagà.
Publicado por Comendador "Encomienda de Barcelona"

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